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Juan Carlos Yamamoto (6to DAN)

Repensando la Oferta del Dojo

En esta última serie de Notas, hemos venido reconfirmando lo que entienden como “Judo” sus máximas organizaciones como la Federación Internacional de Judo (IJF), el KODOKAN y las federaciones continentales, con el fin de utilizarlo como referencia tanto para promover nuestros Dojos, como para reflejarlo en la actividad propiamente dicha en los mismos.

Cabe recordar que la IJF afirma desde su propio estatuto que “El Judo es un deporte sumamente codificado, a través del cual se logra una expresión inteligente del cuerpo y por esta razón, participa en la educación de quien lo practica. Más allá de la competición y del combate, el Judo se caracteriza por una búsqueda de perfección técnica, los katas, el trabajo de autodefensa, la preparación del cuerpo y el desarrollo espiritual”.


Kata por Hitoshi Saito (izq.) y defensa personal por Jigoro Kano (der.)


A su vez, el presidente del KODOKAN, Haruki UEMURA nos recordaba desde su reciente mensaje de año nuevo “Para este inicio de año, estamos decididos a volver, una vez más, al punto de partida del KODOKAN JUDO fundado por el Shihan Jigoro KANO, promoviendo con humildad y tenacidad el "Judo como educación" y el "Judo como desarrollo humano", junto con el desarrollo del "Judo como deporte competitivo", continuar con las tradiciones del KODOKAN JUDO cultivadas por nuestros predecesores, esforzarnos en poner en práctica los principios de "Seiryoku-zenyo" y "Jita-kyoei", con el fin de seguir construyendo la historia del Judo y transmitir el espíritu y la esencia del KODOKAN JUDO dentro y fuera del país.

También, el propio UEMURA nos recordaba desde una entrevista publicada en la Página de la IJF, durante el año pasado, que “Según las enseñanzas de Jigoro KANO, existen 4 métodos de aprendizaje: “kata”, “randori”, “kogi” (conferencia / clase teórica), “mondo” (discusión)” que también repite en su mensaje.

Así, no quedan dudas que el Judo es “más que un deporte” (competitivo y olímpico) tal como lo resume acertadamente el slogan de la Unión Europea de Judo (EJU). Si bien destacar estas cualidades del Judo al promover nuestros Dojos sería más que sencillo, pero no es nada fácil reflejarlo en las propias actividades en el Dojo, teniendo en cuenta que concurre un público bastante heterogéneo con las más diversas motivaciones.

Esto se complica aún más, cuando no se dispone de un espacio suficientemente amplio como para que puedan trabajar distintos grupos en forma simultánea y/o una gran amplitud y flexibilidad de horarios para atender los distintos segmentos de público en forma separada en distintos horarios. Por otra parte, tratar de atender las más diversas motivaciones de los practicantes dentro de un entorno con limitación de espacio u horario, se corre el riesgo de no poder satisfacer plenamente a ninguno de los segmentos del público.

Una opción sencilla sería “especializar” nuestro Dojo para un determinado segmento de público con una motivación específica, por ejemplo, un Dojo especializado en el “Judo Competitivo”, excluyendo o desconociendo al público que se acerca con otras motivaciones. Otras alternativas de especialización por contenido podrían ser la práctica de katas, de defensa personal o como actividad física recreativa no competitiva, o bien, por edades como niños, adolescentes, jóvenes y mayores con contenidos apropiados para cada franja de edad.


Clase de niños (izq.) y clase de mujeres (der.)


Especializarse o no es un dilema para cualquier instructor especialmente para quien inicia desde “cero” la enseñanza del Judo, por ejemplo, abriendo su propio Dojo. En el caso de un instructor que se hace cargo de la clase de en una academia privada o un club, reemplazando a otro instructor, debería adaptarse a las motivaciones de los practicantes existentes y, según el caso, ir incorporando su propia modalidad de enseñanza en forma progresiva.

En mi caso personal, mi principal desafío (por el momento infructuoso) es el de lograr “seducir” a los practicantes mostrándole las distintas aristas que tiene el Judo, creándole más de una motivación para seguir practicándolo, de modo que lo termine transformándolo en una actividad “para toda la vida”, dentro de un entorno donde la principal limitación es la disposición de horarios (sólo 2 días por semana con turnos 1,5 horas para adultos y 2 turnos de 1 hora para niños).

Esto equivale a trabajar principalmente en la base de la pirámide, de modo tal que, por ejemplo, para un competidor promisorio pueda seguir desarrollándose para llegar a ser un atleta de elite, debería buscarle una transición, con trabajos complementarios fuera del Dojo, tanto en la preparación física como una mayor frecuencia e intensidad de práctica con compañeros de la categoría acordes con su nivel. Para ello, lo ideal sería poder trabajar en coordinación con algún Dojo especializado y /o algún programa de la federación nacional o local de desarrollo de talentos.

Aunque se hable de base, el sólo hecho de contar con principiantes de ambos sexos de las más diversas franjas de edades con contexturas y capacidades físicas diferentes, requiere un trabajo casi personalizado para poder satisfacer las motivaciones de cada uno de los practicantes. Se debe tener en cuenta que, en nuestros Dojos, la heterogeneidad de los practicantes es tal que, por ejemplo, el tiempo que demanda el dominio de las bases del ukemi varía desde un par de clases hasta varios meses, según la capacidad física de cada uno.


Kata (izq.) y randori (der.)


Aun tratando de incorporar en la enseñanza del Judo los distintos componentes del Judo como los Katas y la defensa personal, personalmente, estimo que el randori o la “práctica libre” debe ser el eje de la práctica y el uchikomi su rutina básica, tal como fue concebido el Judo por su creador, diferenciándolo de la modalidad de aprendizaje y práctica de la mayoría de las escuelas de Ju-Jutsu en los cuales los katas eran el eje de la práctica.

Al respecto, también resulta esclarecedora el mensaje de UEMURA cuando afirma: “Para dominar el principio fundamental o “riai” de cada técnica ("waza"), primero comenzamos por comprender la composición de cada técnica y repetirla de manera lenta y precisa. El “uchikomi” es la forma de práctica para repetir con precisión la secuencia de los movimientos que incluye el “kuzushi” del oponente y el “tsukuri” para aplicar cada técnica y, a medida que repitamos esta práctica hasta cierto punto, podremos aprender el principio fundamental o “riai” y aplicar cada técnica de manera más fluida con fuerza y velocidad. Al hacerlo, podemos convertir el mero conocimiento de la composición de cada técnica en la adquisición de habilidades para ejecutar dicha técnica. Luego, seremos capaces de idear posiciones y formas de agarre y posiciones y tiempos para aplicar cada técnica, dependiendo de la fortaleza física, contextura física y experiencia de cada practicante, y practicar para aplicar cada técnica mientras nos movemos hacia adelante, hacia atrás, hacia la derecha y hacia la izquierda para una mejor ejecución de "randori" o combates.

Aquí, nos recuerda la importancia del uchikomi para aprender el principio fundamental o “riai” de cada técnica, realizando correctamente el kuzushi y el tsukuri. Cabe destacar que esto último es lo que caracteriza al estilo del Judo Japonés que se basa principalmente en la técnica.

Si bien lo ideal sería poder adoptar este estilo del Judo Japonés, pero, si se tiene en cuenta que es el producto de la práctica casi diaria desde una edad temprana, estimo que, para su aplicación en nuestro medio, se requiere una serie adaptaciones y ajustes, especialmente cuando se trabaja con practicantes novicios adultos.

Otro aspecto a tener en cuenta como una forma de caracterizar o diferenciar un Dojo es el peso que se le asigna a la práctica de newaza frente a la práctica de tachi-waza, teniendo en cuenta especialmente el gran desarrollo que han tenido las técnicas de newaza durante las últimas décadas, ayudado por el crecimiento de otras disciplinas como el Jiu-Jitsu Brasileño basado en estas técnicas.

Sería importante que cada instructor tenga claro el Judo que pretende enseñar y a partir de allí, realizar “pequeñas concesiones” de acuerdo a las demandas o los requerimientos de sus alumnos, teniendo en claro el límite hasta dónde estaría dispuesto a ceder, por ejemplo, en la creación de un ambiente más relajado, teniendo en cuenta la diversidad de las motivaciones y que el público demanda que las prácticas sean también divertidas.

A propósito, quisiera compartir la definición del “Buen Judo”, según el campeón mundial y olímpico Isao OKANO que pregona un conocido Dojo en Japón, de modo que nos sirva de referencia para pensar en nuestra propia definición de “Buen Judo”:

- Mantener el shizen-tai, agarrando flojo y parándose erguido (estabiliza el centro de gravedad y le da margen de movimiento a las rodillas)

- Permite manejar las muñecas y codos con libertad

- Permite manejar las piernas con libertad (tai-sabaki y ashi-waza)

- Tener un tokui-waza


Okano junto a Inoue y Ohno (izq.) y Okano en acción (der.)


De todos modos, estimo que el sesgo que le dará un instructor principiante al Judo que enseñe no depende solamente de su preferencia, sino también de su formación y experiencia. Lo ideal sería que los instructores se sigan formando a través de algún “Programa de Formación Continua de Instructores” provisto por las federaciones, de modo tal que puedan seguir sumando conocimiento y habilidades.




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