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Juan Carlos Yamamoto (6to DAN)

La caída de las capacidades físicas en los niños japoneses:


Promoción de la actividad física como hábito a través de los juegos.

Tanto el Gobierno de Japón, a través de su Ministerio de Educación, Cultura, Deportes y Ciencia y Tecnología (MEXT), como distintas organizaciones vinculadas con la salud, el deporte y la recreación vienen alertando sobre la caída de las capacidades físicas en los niños que surgen de los resultados del relevamiento anual de capacidades y cualidades físicas de la población que la Agencia de Deportes del MEXT viene realizando desde el año 1964.

Este relevamiento que se realiza anualmente comprende una serie de pruebas de fuerza, resistencia y flexibilidad y un cuestionario sobre hábitos de vida y de actividad física que varían según la franja etaria.

De acuerdo a dichos resultados, se verifica una caída en los valores de casi todos los parámetros medidos en los niños, con respecto a los obtenidos hace 30 años (que correspondería a la generación de los sus padres). Casi todos los valores muestran un pico alrededor del año 1985 y una tendencia decreciente posterior. Esta situación se torna aún más seria, si se tiene en cuenta que tanto la altura como el peso promedio de los niños han aumentado en estos 30 años.

Por ejemplo, comparando los datos de un niño de 11 años de edad en el año 2008 con los datos del año 1978 (que podría ser el de su padre) la altura promedio aumentó 2,9 cm (de 142,4 a 145,3) en los niños y 2,4 cm (de 144,4 a 146,4) en las niñas, mientras que la distancia promedio de lanzamiento de una pelota de softbol se redujo 4m (34,4 a 30,4) en los niños y 2,3m (de 20,2 a 17,9) en las niñas.

Esta caída en los parámetros de capacidad física está motivada por los cambios en el estilo de vida de la sociedad japonesa que ha hecho que los niños tengan menos oportunidades de mover su cuerpo. La Agencia de Deportes identifica las 3 siguientes causas como las principales en desencadenar esta situación;

(1) reducción del tiempo destinado a los juegos en espacios abiertos y a los deportes, debido al incremento del tiempo destinado a los estudios extraescolares y a los juegos en ambientes cerrados (tales como los video-juegos),

(2) disminución de los lugares abiertos donde los niños puedan jugar libremente y

(3) disminución de los compañeros de juego por la tendencia de la reducción de la población de niños (por lo que muchos niños no tienen hermanos) y el incremento de los estudios extraescolares.

Los efectos negativos de esta caída de las capacidades físicas en los niños son muy significativos debido a que no solamente pueden impactar en problemas de salud como la obesidad y los derivados por ésta como la hipertensión y la hiperlipidemia. sino también, en el incremento de las enfermedades como la diabetes y enfermedades cardíacas en la edad adulta y el consiguiente incremento de los gastos de salud por parte de la población.

Atento a esta situación, la Agencia de Deportes viene implementando una serie de acciones bajo un programa tendiente a reforzar el hábito de la actividad física en los niños. Este programa consiste principalmente en brindar a los niños más oportunidades que permitan asimilar los más diversos movimientos, a través de juegos divertidos, con el fin de incorporar el hábito de realizar deportes y actividades físicas en forma cotidiana principalmente en niños en edad preescolar que es la edad en el que deben adquirir la capacidad de realizar la mayor diversidad de movimientos.

El programa tiene como meta incorporar el hábito de realizar actividades físicas diariamente durante 60 minutos como mínimo en niños entre 3 y 6 años de edad (en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud). Para ello, la Agencia de Deportes viene realizando una intensa campaña de difusión y concientización dirigido principalmente a los padres y docentes de jardines de infantes, acompañando con medidas tales como la promoción del mejor aprovechamiento de las plazas y de los clubes de barrio y la formación de los llamados “líderes de juego”.

Cabe recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para niños y adolescentes entre 5 a 17 años lo siguiente (Recomendaciones Mundiales sobre Actividad Física para la Salud, 2010):

1. Los niños de 5–17 años deberían acumular un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa.

2. La actividad física durante más de 60 minutos reporta beneficios adicionales para la salud.

3. La actividad física diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica. Convendría incorporar actividades vigorosas, en particular para fortalecer los músculos y los huesos, como mínimo tres veces a la semana.

Asimismo, la OMS destaca, como beneficios de la actividad física (regular y en niveles adecuados) para todas las edades, lo siguiente:

  • mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio;

  • mejora la salud ósea y funcional;

  • reduce el riesgo de hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, diferentes tipos de cáncer (como el cáncer de mama y el de colon) y depresión;

  • reduce el riesgo de caídas y de fracturas vertebrales o de cadera; y

  • es fundamental para el equilibrio energético y el control de peso.

Dado que, precisamente, es durante la niñez cuando el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso es más activo, con su pico entre los 7 y 8 años de edad, los movimientos que se adquiere en esta edad, el cuerpo los incorpora en su memoria y los conserva hasta la edad adulta.

En otras palabras, existen algunos movimientos que si no se llegan a dominar durante la niñez, resultan casi imposibles de ser ejecutados siendo adultos.

Como parte de la campaña de difusión y concientización, la Agencia de Deportes ha publicado folletos y guías para fomentar la actividad física en los niños y también, viene presentando distintas notas relacionadas con el tema en su Boletín “DEPORTARE”. En los mismos, lógicamente, se presentan los distintos beneficios de la actividad física como hábito en los niños y en los cuales no falta la mención sobre los efectos benéficos en el cerebro y su desarrollo (como el del sistema nervioso) que fueron confirmadas por las distintas investigaciones recientes.

Por ejemplo, entre los efectos benéficos de la actividad física en los niños, se destaca

(1) desarrolla la fuerza de voluntad,

(2) desarrolla la capacidad de socialización y comunicación y

(3) ayuda el desarrollo del cerebro y mejora la capacidad creativa.

Además, se destaca, entre otras, la mención sobre la interrelación entre la actividad física y el rendimiento académico basada principalmente en los estudios del investigador norteamericano Charles HILLMAN, quien viene investigando los efectos del ejercicio físico en el rendimiento cognitivo de niños de 7 a 9 años (A Study of the Relationship Between Physical Fitness and Academic Achievement in California Using 2004 Test Results).

Esta visión acerca de los efectos benéficos de la actividad física sobre el cerebro y su desarrollo coincide con la visión que tiene la Organización Judo 3.0 que se basa principalmente en las investigaciones de otro psiquiatra norteamericano John RATEY, quien en su libro “La Ciencia Nueva y Revolucionaria del Ejercicio y el Cerebro”, afirma ...Realizar ejercicio físico regularmente es bueno para mejorar la percepción que tenemos de nosotros mismos, nuestro estado de ánimo, la memoria o el aprendizaje...

Por tanto, ejercitarse de manera regular nos ayuda a obtener un mayor rendimiento académico, puesto que, además de producir químicos de la felicidad o mejorar nuestra autoestima, nos aporta otros beneficios que pueden favorecer un mejor desenlace en lo académico: reduce el estrés, mejora la memoria y el aprendizaje, aumenta la capacidad cerebral y mejora la productividad”.

Ante esta situación, una de las propuestas de la Organización Judo3.0 es la de convertir a los Dojos de barrio en un “lugar de juego (y educación)” para los niños que serviría también como forma de atraer más niños a los Dojos de Judo.

Volviendo a John RATEY, se extracta a continuación la referencia sobre “Ejercicios Físicos” en su libro “El Cerebro: Manual de Instrucciones” (A User´s Guide to the Brain).

Todo el mundo sabe que el ejercicio es «bueno». Sin embargo, no solo es duro empezar, sino que no hay dos recomendaciones iguales:

¿Tres tandas de treinta minutos a la semana es suficiente? ¿Con qué intensidad? ¿Aeróbico o anaeróbico? ¿Hay que cargar peso o no?

El primer paso al empezar con un programa de ejercicios que ayude a su cuerpo y a su mente es hacer algo activo, lo que sea. Las investigaciones muestran que basta con andar deprisa para que la salud se beneficie de muchas formas: desde la reducción del riesgo de ataques cardíacos, fracturas de cadera, diabetes, cáncer de colon a la pérdida de peso y la disminución de la presión sanguínea. Se ha observado también que el ejercicio, nadar especialmente, hace que la artritis sea menos dolorosa. Está claro que el ejercicio mejora el cuerpo, pero algunos de los hallazgos más apasionantes señalan los efectos positivos que tiene para la salud mental. Primero, aumenta la cantidad de sangre que llega al cerebro.

Y se ha visto que puede aumentar el número y la densidad de los vasos sanguíneos en las áreas donde más se los necesita: en la corteza motriz y en el cerebelo. Por lo tanto, además de su bien conocido efecto en el aumento de los vasos sanguíneos y en la mejora de la circulación en el corazón, parece que el ejercicio o la actividad tienen un efecto similar en el cerebro. Cuanto más la usamos, cuanto más la sometemos a un mayor esfuerzo, mejor es nuestra circulación y más apta se vuelve esa parte del cerebro.

Un efecto bien conocido del ejercicio es también una mejor autoestima. Las mujeres que participan con regularidad en actividades deportivas y hacen ejercicio tienen una percepción más positiva de sí mismas que las que no lo hacen, según una encuesta de 1996 de la cervecera Coors Brewing Company. Las entrevistas telefónicas de 505 mujeres de dieciocho años o más arrojaron que el 80% de ellas creía que un régimen de preparación física activo aumentaba su sensación de bienestar y el 52% dijo que mejoraba su vida social.

Parece que diferentes tipos de ejercicio tienen distintos efectos en la salud mental. Ha habido más de mil estudios sobre el efecto del ejercicio en la depresión. Parece que las sesiones cortas de ejercicio aeróbico intenso, por lo general en un programa que dura varias semanas, son lo más útil para la depresión entre leve y moderada. Un estudio de Harvard de 1994 halló que era un 28% menos probable que los hombres que quemaban más de 2.500 calorías al día en una actividad aeróbica desarrollasen una depresión clínica que quienes no eran tan activos.

Existe la hipótesis de que el ejercicio prolongado, agotador, eleva los niveles cerebrales de endorfinas, sustancias semejantes a los opiáceos que están presentes de forma natural y amortiguan el dolor e incrementan los sentimientos de comodidad y bienestar. Sin embargo, a medida que avanzan nuestros conocimientos, vemos ahora que los tres neurotransmisores principales -la norepinefrina, la dopamina y la serotonina- que han ocupado a los investigadores que estudian el estado de ánimo, la cognición, el comportamiento y la personalidad aumentan con el ejercicio y tienen mucho que ver con que mejoren los ánimos. La dopamina, el neurotransmisor clave que interviene en los sentimientos de gratificación, motivación y atención, aumenta tanto en la fase intensa de ejercicio como con el ejercicio prolongado (al menos en las ratas).

De manera semejante, la serotonina, el neurotransmisor de los años noventa que se hizo famoso con la fiebre del Prozac, crece también con los programas tanto de ejercicio intenso como regular.

Podría decirse, pues, con tanta licencia poética como se pueda, que el ejercicio aumenta los neurotransmisores que echan una mano en la regulación del estado de ánimo y en el control de la ansiedad, y que contribuyen a la capacidad de manejar el estrés y la agresividad, y de llegar a ser más atentos y sociables.

Actividades físicas (juegos) recomendadas.

Actividades físicas (juegos) recomendadas.

Actividades físicas (juegos) recomendadas.
Actividades físicas (juegos) recomendadas.

Actividades físicas (juegos) recomendadas.

El ejercicio que requiere el aprendizaje de movimientos complejos afecta a nuestros cerebros de otras formas. La danza moderna, el baloncesto y las artes marciales incluyen multitud de movimientos coordinados; practicarlos hace que crezcan más conexiones entre las neuronas. El ejercicio que nos fuerza a mejorar el equilibrio y la coordinación no solo vale para superar la torpeza, sino que reduce la timidez e incluso potencia la capacidad de hacer amigos; los ejercicios de ese tipo fortalecen las redes neuronales del cerebelo, que es el área responsable no solo del equilibrio y de la coordinación física, sino también de la coordinación de nuestras interacciones sociales.

Está además el beneficio psíquico: un profesor de baile que participó en uno de los estudios observó que cuando los alumnos adultos adquirían control sobre sus cuerpos, lo adquirían también sobre sus vidas.

Nuevas investigaciones indican que estos tipos de ejercicio afectan también a los ganglios basales y al corpus callosum, con lo que agudizan la memoria e incrementan la capacidad de dominar información nueva. Puede que esas áreas se deterioren un poco con la edad, pero no es inevitable. Conservar la memoria y reparar las conexiones cerebrales debilitadas depende de la estimulación.

A la mayoría, cuando nos acercamos a los cincuenta años, se nos frena la mente. Esa lentificación generalizada afecta a casi todo lo que hacemos, desde nuestro tiempo de reacción a la rapidez con que aprendemos o recordamos. Ello sucede en parte porque el cuerpo se vuelve menos eficaz al repartir nutrientes al cerebro.

El antídoto: el ejercicio, conseguir que lleguen más nutrientes al cerebro. Varios estudios muestran que los hombres de cierta edad que se han conservado en forma obtienen mejores resultados en los tests mentales que los que no; la verdad es que los hacen tan bien como hombres treinta o cuarenta años más jóvenes. También pueden decaer las funciones de un cerebro viejo por una disminución de los niveles de dopamina que cruzan las sinapsis. El ejercicio físico también eleva esos niveles de dopamina.

Diferencia de valores entre 1985 y 2017

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Diferencia de valores entre 1985 y 2017.

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