HABILIDADES PARA LA VIDA para Niños y Adolescentes, según la Organización Mundial de la Salud y su adaptación japonesa para atletas.
En 1993, la División de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la Iniciativa Internacional para la Educación en Habilidades para la Vida en las Escuelas, definiendo las habilidades para la vida o competencias psicosociales como “aquellas aptitudes necesarias para tener un comportamiento adecuado y positivo que nos permita enfrentar eficazmente las exigencias y retos de la vida diaria”. Estas habilidades, se adquieren en el trayecto de nuestras vidas a través de la experiencia directa, por medio de un entrenamiento intencional, mediante el modelado o la imitación.
Aunque definidas de esta forma, los diferentes tipos de habilidades que pueden llamarse habilidades para la vida son innumerables, y es probable que su naturaleza y definición difieran en distintos medios y culturas. Sin embargo, un análisis del campo de las habilidades para vivir sugiere que existe un grupo esencial de habilidades que son el centro de las iniciativas basadas en habilidades para vivir para promover la salud y el bienestar de niños y adolescentes, y que son las siguientes:
Autoconocimiento: reconocimiento de nuestra personalidad, características, idiosincrasia, fortalezas, debilidades, aspiraciones, expectativas, etc.
Empatía: capacidad para ponerse en el lugar de otra persona y desde esa posición captar sus sentimientos.
Comunicación efectiva o asertiva: habilidad para expresarse de manera apropiada al contexto relacional y social en el que se vive.
Relaciones interpersonales: competencia para interactuar positivamente con las demás personas.
Toma de decisiones: capacidad para construir racionalmente las decisiones cotidianas de nuestra vida.
Solución de problemas y conflictos: destreza para afrontar constructivamente las exigencias de la vida cotidiana.
Pensamiento creativo: utilización de los procesos de pensamiento para buscar respuestas innovadoras a los diversos desafíos vitales.
Pensamiento crítico: capacidad para analizar con objetividad experiencias e información, sin asumir pasivamente criterios ajenos.
Manejo de emociones y sentimientos: reconocimiento y gestión positiva de nuestro mundo emocional.
Manejo de la tensión y el estrés: capacidad para reconocer nuestras fuentes de tensión y actuar positivamente para su control.
La educación en Habilidades para la Vida persigue mejorar la capacidad para vivir una vida más sana y feliz, intervenir sobre los determinantes de la salud y el bienestar, y participar de manera activa en la construcción de sociedades más justas, solidarias y equitativas. Y, desde entonces, se ha convertido en un campo prometedor de investigación y práctica, con amplia difusión en distintas regiones del mundo.
Así, el enfoque de Habilidades para la Vida viene contribuyendo en los más variados ámbitos, así como brindando resultados positivos en distintas áreas específicas del que el Deporte no se encuentra ajeno.
Curiosamente, el objetivo básico para la Educación para el Siglo XXI , “Fuerza para Vivir” planteado por el Gobierno de Japón tiene una gran similitud con el concepto de Habilidades para la Vida de la OMS.
También en Japón, se han venido realizando distintas investigaciones sobre las posibilidades que la adquisición de las Habilidades para la Vida por parte de los atletas contribuya, tanto para alcanzar su máximo nivel competitivo, como para concretar una segunda carrera profesional plena, tras el retiro de las competencias.
Estas investigaciones incluyeron los efectos de la adquisición de las Habilidades para la Vida en los atletas de Judo y sus resultados avalaron las recomendaciones políticas realizadas por la Fundación Sasagawa para el Deporte en el año 2011 sobre la importancia de la educación en las Habilidades para la Vida en los atletas. Esta recomendación política incluye la propuesta de un Programa de Habilidades para la Vida especialmente orientado a atletas (universitarios) propio de Japón, para ser implementado desde la edad escolar.
El Programa de Habilidades para la Vida propuesto para los atletas incluyen las siguientes habilidades que cuentan con sus respetivos parámetros para la evaluación de los mismos:
Manejo del stress
Fijación de objetivos
Capacidad de pensar
Espíritu de agradecimiento
Comunicación
Buenos Modales
Mejor esfuerzo
Conducta responsable
Humildad
Cuidado de la condición física y la salud
Estas habilidades que, según la propuesta, se requieren para los atletas no son habilidades independientes, sino que se encuentran interrelacionados entre sí y muchos autores coinciden que los efectos de la habilidad para la Fijación de Objetivos afectan también a las demás habilidades y, en consecuencia, estos autores destacan la importancia de la adquisición de esta habilidad por parte de los atletas.
Si bien no existe una definición precisa de la habilidad para la Fijación de Objetivos, se podría afirmar que se trata de una habilidad multifacética que no solo incluye la habilidad para fijar adecuadamente los objetivos que un individuo desea alcanzar dentro de su carrera actual, sino también la habilidad para llevar a cabo las tareas para alcanzar dichos objetivos.
La habilidad para la fijación adecuada de los objetivos incluye las habilidades para (1) poder fijar un objetivo superior o mayor y fijar objetivos intermedios para ir cumpliéndolos por etapas para alcanzar finalmente el objetivo superior, (2) poder fijar objetivos visualizando la situación del momento del cumplimiento del objetivo superior y (3) poder fijar los objetivos que puedan ser alcanzados con cierto esfuerzo.
La fijación de objetivos por etapas implica la fijación de un objetivo a largo plazo y la fijación de objetivos de corto y mediano plazo para alcanzar el objetivo superior. O sea, esta habilidad implica contar con la capacidad para planificar con objetivos diarios, semanales, mensuales y semestrales o anuales.
Se debe tener en cuenta que, para cualquier atleta, lo más importante es poder alcanzar con certeza el objetivo de largo plazo de su carrera y para elevar la probabilidad de alcanzarlo, resultan fundamentales los objetivos intermedios u objetivos de corto y mediano plazo. Los objetivos de corto plazo están estrechamente ligados con las rutinas diarias de entrenamiento y los hábitos de conducta que cada atleta debe llevarlos a la práctica en forma consciente y deben ser cumplidos como precondición para alcanzar el objetivo superior. La fijación de los objetivos intermedios u objetivos de corto plazo no es una tarea fácil y el atleta debe ser asistido para adquirir la capacidad de identificar estos objetivos y las tareas que debería realizar para alcanzar estos objetivos.
Para identificar y fijar estos objetivos y las tareas a realizar, varios autores coinciden en la utilidad del Diagrama de Mandala (Mandala Chart) que permite visualizar y monitorear el proceso.
Formato del Diagrama de Mandala.
Ejemplo de Diagrama de Mandala.
Los parámetros para la evaluación de la habilidad para la Fijación de Objetivos son los siguientes:
Tiene los objetivos por escrito, sin tenerlo solo en su mente.
Ha fijado los objetivos por plazos, tales como, por semana, mes, semestre, etc.
Cuenta con un plan concreto para alcanzar los objetivos.
Tiene anotado los objetivos en cuadernos y agendas para mantener una fuerte consciencia sobre los mismos.
Existen varias publicaciones de investigaciones realizadas sobre las Habilidades para la Vida en el Judo, tales como las interrelaciones entre las habilidades, el peso de alguna habilidad sobre otra, las diferencias entre géneros y el peso de las habilidades sobre el performance competitivo que responden a las particularidades de la competencia y la carrera deportiva en el Judo. Con respecto al peso de las habilidades sobre el performance competitivo, existen evidencias que demuestran la importancia de la Habilidad para la “Fijación de Objetivos” (aunque no sea una relación de causa – efecto), así como la existencia de una interrelación positiva entre las habilidades de “Capacidad de Pensar” y de “Conducta Responsable” en la definición de un combate donde el atleta debe tomar decisiones instantáneas sobre, por ejemplo, la aplicación de una determinada técnica.
En consecuencia, estas publicaciones recomiendan desarrollar en los atletas, en forma prioritaria, la habilidad para la “Fijación de Objetivos”, teniendo en cuenta que estas competencias psicosociales pueden ser adquiridas, entrenadas y perfeccionadas.
Dado que el Programa de Habilidades para la Vida propuesto para atletas en Japón responde a un entorno específico, para el caso de la Argentina se podría pensar, si aún no se ha hecho, en realizar una adaptación para su aplicación en el deporte en general y el Judo en particular.
De todos modos, ante todo, como instructores de Judo, deberíamos profundizar nuestros conocimientos generales sobre sobre las habilidades psicosociales en general, de modo que podamos detectar las carencias en nuestros alumnos y orientarlos para reforzar las aquellas habilidades deficitarias.
La capacidad de tomar decisiones nos ayuda a manejar constructivamente las decisiones respecto a nuestras vidas. Esto puede tener consecuencias para la salud si la gente joven toma decisiones en forma activa acerca de sus comportamientos relacionados con la salud, evaluando las opciones y los efectos que éstas podrían tener.
En forma similar, la habilidad para resolver problemas nos permite enfrentar de forma constructiva los problemas en nuestras vidas. Los problemas importantes no atendidos pueden causar estrés mental y generar, por consiguiente, tensiones físicas.
El pensamiento creativo contribuye en la toma de decisiones y en la resolución de problemas, lo que nos permite explorar las alternativas disponibles y las diferentes consecuencias de nuestras acciones u omisiones. Nos ayuda a ver más allá de nuestra experiencia directa, y aún cuando no existe un problema, o no se ha tomado una decisión, el pensamiento creativo nos ayuda a responder de manera adaptativa y con flexibilidad a las situaciones que se presentan en nuestra vida cotidiana.
El pensamiento crítico es la habilidad para analizar información y experiencias de manera objetiva. El pensamiento crítico contribuye a la salud al ayudarnos a reconocer y evaluar los factores que influyen en nuestras actitudes y en nuestro comportamiento, como los medios masivos de comunicación y las presiones de los grupos de pares.
La comunicación efectiva tiene que ver con nuestra capacidad de expresarnos tanto verbal como noverbalmente y en forma apropiada con nuestra cultura y las situaciones que se nos presentan. Esto significa que tendremos la habilidad de decir cuáles son nuestros deseos como respuesta a una acción en particular en la que se nos pida participar. La comunicación efectiva también se relaciona con nuestra capacidad de pedir consejo en un momento de necesidad.
Las habilidades para las relaciones interpersonales nos ayudan a relacionarnos en forma positiva con las personas con quienes interactuamos, a tener la destreza necesaria para iniciar y mantener relaciones amistosas que son importantes para nuestro bienestar mental y social, a mantener buenas relaciones con los miembros de la familia —una fuente importante de apoyo social—, y a ser capaces de terminar relaciones de manera constructiva.
El conocimiento de sí mismo implica reconocer nuestro ser, carácter, fortalezas, debilidades, gustos y disgustos. Desarrollar un mayor conocimiento de nosotros mismos nos ayudará a reconocer los momentos en que estamos preocupados o nos sentimos tensionados. A menudo, este conocimiento es un requisito de la comunicación efectiva, las relaciones interpersonales y la capacidad para desarrollar empatía hacia los demás.
La empatía es la capacidad de imaginar cómo es la vida para otra persona, aun en situaciones con las que no estamos familiarizados. El ser “empáticos” nos ayudará a aceptar a personas diferentes a nosotros y mejorará nuestras interacciones sociales; por ejemplo, en situaciones de diversidad étnica. La empatía también nos ayudará a fomentar comportamientos de apoyo y soporte hacia personas necesitadas de cuidados, asistencia o tolerancia, como en el caso de los enfermos de sida o personas con trastornos mentales que pueden ser estigmatizadas y marginadas aun por aquellos de quienes dependen para su apoyo.
La habilidad para manejar emociones nos ayuda a reconocer nuestras emociones y las de otros, a ser conscientes de cómo influyen en nuestro comportamiento, y a responder a ellas en forma apropiada. Las emociones intensas, como la ira o la tristeza, pueden tener efectos negativos en nuestra salud si no respondemos a ellas de manera adecuada.
La habilidad para manejar las tensiones nos ayuda a reconocer las fuentes de estrés y sus efectos en nuestras vidas, a nuestra capacidad de responder a ellas para controlar los niveles de estrés, a realizar acciones que reduzcan las fuentes de estrés, por ejemplo, haciendo cambios en nuestro entorno físico o en nuestro estilo de vida, y a aprender a relajarnos de tal manera que las tensiones creadas por el estrés inevitable no nos generen problemas de salud.
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