Continuando con las notas referidas al contenido del Manual “La Ciencia en la Enseñanza del Judo” publicado en febrero último por la Federación Japonesa de Judo (AJJF) con el fin de suministrar a los instructores información sobre evidencias científicas para la enseñanza del Judo, en la presente nota nos referiremos acerca de lo tratado en su Capítulo 4 “Enseñanza de acuerdo a las etapas del crecimiento y el desarrollo” donde se hace especial hincapié en la importancia de que el instructor cuente con conocimientos básicos sobre las particularidades de las etapas de crecimiento y desarrollo de los niños y adolescentes.
Resulta muy importante que los instructores de Judo, como de cualquier otro deporte, comprendan las particularidades de las distintas etapas del proceso de crecimiento y desarrollo de los niños y adolescentes. Los niños se encuentran permanentemente en proceso de crecimiento y desarrollo, recordando que crecimiento se refiere al aumento (cuantitativo) de la masa del cuerpo, mientras que desarrollo se refiere a la maduración funcional del cuerpo.
Se puede dividir el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños en los siguientes períodos por edades: período de las primeras 4 semanas desde el nacimiento, período de lactancia (hasta el primer año de vida), período preescolar (hasta los 5 años), período escolar (período en el que asiste a la escuela primaria) y período de la adolescencia (período en el que asiste a la escuela secundaria).
El instructor debe comprender las particularidades de los distintos períodos, de modo que los niños puedan ir asimilando distintas habilidades motrices, a través de juegos y ejercicios sin que se vea sometido a una carga excesiva. A continuación, se describen las particularidades de los períodos que comprenden desde el preescolar hasta el de la adolescencia.
Curva de crecimiento
Curva de Scammon
Período preescolar (hasta los 5 años): se puede afirmar que se trata del período de mayor crecimiento dentro del proceso de desarrollo motriz de los niños. Dado que se trata de un período en el que el niño tiene un desarrollo muy significativo del cerebro, es también un período en el que tiene un desarrollo motriz consciente, por lo que resulta importante que el niño vaya asimilando a través de juegos los más variados movimientos. En particular, las capacidades tales como la capacidad de controlar su propio cuerpo como los sentidos de equilibrio y ritmo o la capacidad de desplazar el cuerpo o partes del mismo, comprendiendo correctamente las relaciones con otras personas o elementos como una pelota son capacidades que se asimilan desde este período en adelante. Lógicamente, ya que su sistema músculo-esquelético como su sistema circulatorio, incluyendo el corazón son aún débiles, no resulta conveniente someter al niño de esta edad a ejercicios con una carga intensa. Debido a que, en general, el niño de esta edad tiende a moverse utilizando las distintas funciones del cuerpo que va desarrollando, el hecho de realizar juegos apropiados a estas características del desarrollo, no solamente activará estas funciones, sino también, evitará lesiones. El hecho de satisfacer su demanda de actividad física, poniendo en marcha suficientemente las distintas funciones, impulsa su sentido de competencia y hace que el niño se interese voluntariamente en los juegos y las actividades físicas que utilicen el cuerpo.
Si bien este es un período de un intenso desarrollo físico y mental, debido a que se pueden observar grandes diferencias a nivel individual, para introducir juegos con trabajos físicos apropiados para esta edad, no resulta suficiente con conocer las características generales del crecimiento y el desarrollo, sino que el instructor debe contemplar el nivel de desarrollo de cada niño.
Movimientos relacionados con el equilibrio.
Movimientos relacionados con el desplazamiento del cuerpo.
Movimientos relacionados con el manejo de objetos.
Período escolar bajo (6 a 7 años): al igual que el período preescolar, se trata de un período en que el sistema nervioso se encuentra en proceso de desarrollo en el que se van formando dentro del cuerpo los distintos circuitos nerviosos. Si bien como particularidad se puede observar una conducta tal como el interés cambiante a cosas nuevas, sin poder sostener la concentración por mucho tiempo, pero esto es una manifestación del deseo natural de querer ir conformando un sistema de red cada vez más complejo de circuitos, a través de los más variados estímulos a los circuitos nerviosos. Para mantener el interés de los niños y evitar que se aburran, aprovechando esta capacidad de concentración, se torna importante ir incorporando juegos que incluyan una gran variedad de movimientos.
Aún desde el punto de vista del componente de la fuerza, durante este período, al igual que en el período anterior, resulta importante que los niños experimenten los más variados movimientos del cuerpo y que experimenten, a través de su expansión, la sensación de la conexión con juegos y deportes sencillos. En particular, se debe poner foco en elevar las “capacidades de coordinación” o “capacidades coordinativas”.
Ejemplos de Capacidades Coordinativas:
Ritmo
Equilibrio
Agilidad
Reacción
Acoplamiento
Orientación
Diferenciación
Período escolar medio y alto (9 a 11 años): En este período, el desarrollo del sistema nervioso se acerca a su culminación y por otro lado, la morfología física también entra en un período de cierta estabilidad. Por lo tanto, dejan de manifestar conductas que se veían en los períodos anteriores como la actividad física compulsiva y empiezan a tratar de controlar su propio cuerpo.
Este período está considerado como un período muy particular donde ya están dadas la condiciones para adquirir las distintas habilidades motrices, quedando aún las características de plasticidad del sistema neuro-cerebral. Dado que se torna posible aprender inmediatamente las indicaciones técnicas del instructor, se trata del mejor momento para la asimilación de las distintas habilidades motrices. Sin embargo, esta asimilación inmediata solo es posible, siempre que en los períodos anteriores haya experimentado los más variados movimientos o ejercicios y haya conformado los circuitos nerviosos necesarios. Pero, debido a que el sistema músculo-esquelético sigue siendo aún débil, cualquier trabajo con una carga excesiva puede dejar problemas para el futuro. Este período, además de ser un período en que se abren las puertas para los trabajos físicos específicos, también puede ser considerado como una etapa de propensa a incubar lesiones deportivas, siendo importante al mismo tiempo, comprender la etapa de aparición de los caracteres sexuales secundarios.
Período de estudiante secundario inferior (12 a 14 años): en este período, se incrementa la capacidad cardio-pulmonar y se desarrolla rápidamente el sistema músculo-esquelético, cambiando las proporciones del cuerpo respecto a los períodos anteriores. Por ello, pueden darse casos de que se demore más tiempo en la evolución en las habilidades técnicas, al perder su sensibilidad y al manifestarse una suerte de torpeza que impide momentáneamente desplegar las habilidades adquiridas en los períodos anteriores. Consecuentemente, puede desembocar a un desorden deportivo transitorio, sufriendo un cambio respecto de la etapa de asimilación inmediata. Además, se trata de una época de alto stress mental por el cambio del entorno desde la escuela primaria a la secundaria y en la que también se manifiestan cambios mentales, tales como fluctuaciones de ánimo o de opiniones de un día al otro, Por consiguiente, resulta muy importante para el instructor que comprenda estas particularidades psicológicas.
Para incentivar el espíritu competitivo de los niños de esta edad se debe tratar de elevar el standard de rendimiento que tiene internalizado, siendo importante incorporar estrategias concretas para enseñar a poner en la balanza tanto “el esfuerzo” como “la evaluación del rendimiento” durante el entrenamiento.
Un abordaje desde la evaluación objetiva y subjetiva, mediante el automonitoreo y la autoevaluación, la evaluación mutua entre compañeros o la evaluación por terceros de parte del instructor o los padres, puede llegar a contribuir al crecimiento físico y mental y elevar el espíritu competitivo.
Si bien se han descripto las particularidades de los períodos que van desde el preescolar hasta el de la escuela secundaria (adolescencia), tanto la planificación como la puesta en práctica del entrenamiento debe ser realizado teniendo en consideración la existencia de las diferencias a nivel individual de crecimiento y desarrollo.
Por consiguiente, los propios instructores deben esforzarse en su formación, profundizando sus conocimientos, siendo necesario tratar de crecer junto a los niños, uniendo la enseñanza y la evaluación y tratando también de ser evaluados.
Para el entrenamiento de los niños, Asami (1985) destaca la importancia de una implementación sistemática, respetando la secuencia o el orden de “adquirir habilidades motrices” → “adquirir resistencia” → “adquirir potencia”.
Modelo de Asami de formación física según el crecimiento y desarrollo.
Por su parte, Miyashita (1980) indica “los efectos esperados del entrenamiento” para cada edad desde la edad preescolar hasta la adolescencia, de acuerdo a la edad y el crecimiento anual.
El modelo de Miyashita indica:
Menores de 11 años: debe adquirir destreza en los movimientos del cuerpo, intentando los más variados movimientos.
12 a 14 años: debe adquirir la capacidad de sostener en el tiempo los movimientos inteligentes, realizando trabajos en forma continua con una carga liviana.
15 a 18 años: debe poder sostener en el tiempo el trabajo con una carga mayor y adquirir fuerza muscular.
Más de 19 años: debe llegar a desplegar su capacidad al máximo, habiendo alcanzado suficientemente el desarrollo físico y motriz y adquirido el manejo de las situaciones de la competencia.
Los instructores deberán suministrar el estímulo apropiado en el momento apropiado, observando el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños, teniendo como referencia los estudios de estos autores calificados.
Modelo de Miyashita de formación física según el crecimiento y desarrollo.
En Japón, se viene realizando todos los años, desde el año 1964, el Relevamiento de Fuerza y Capacidad Motriz de la población. Al observar la tendencia de los últimos 50 años del puntaje total general de fuerza, se observa una tendencia general creciente desde 1964 hasta mediados del 80 y desde la segunda mitad de los 80 hasta el 2000, una tendencia decreciente. Posteriormente, se observa una tendencia creciente, aunque en muy pequeña medida.
Sin embargo, existen variaciones entre las distintas pruebas que no se pueden observar a partir de la tendencia del puntaje total general. Especialmente, la fuerza de agarre es uno de los parámetros que muestra un descenso significativo en todas las edades y en todo el país. En la enseñanza del nagewaza, si bien se indica agarrar con firmeza el hikite desde el punto de vista de la prevención de accidentes, resulta necesario realizar una enseñanza muy minuciosa, teniendo en cuenta esta tendencia.
Por otra parte, en la contextura física, a diferencia con la fuerza, se observa una tendencia creciente a lo largo de todo el período medido. Se estima que esto se debe al cambio de dieta resultante de la mejora del nivel de vida de las últimas décadas, en comparación con la época en que se inició el relevamiento. Tal lo indicado anteriormente, los instructores deben tratar de realizar una enseñanza teniendo en consideración la seguridad, conociendo las tendencias de la fuerza y la contextura física de los niños actuales.
Variación anual de la estatura.
Variación anual del puntaje total general de la fuerza.