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Hacia un Entrenamiento Inteligente.


Antiguo dojo en Japón.

La práctica del JUDO en los DOJOs de barrio como lo son casi todos los DOJOs en la Argentina (y en muchas partes del mundo), normalmente implica una práctica con distintos tipos de carencias o limitaciones que impactan al proceso ideal de aprendizaje y desarrollo del deportista. Entre las carencias y limitaciones más importantes y frecuentes se podrían citar las limitaciones de espacio, especialmente en lo que se refiere a la superficie del TATAMI disponible, de tiempo que normalmente es de 2 a 3 sesiones semanales de aprox. 1.5 horas y de compañeros de práctica, ya que normalmente en las prácticas participa un grupo heterogéneo de practicantes tanto de edad, contextura física, sexo y nivel. Así, resulta habitual ver en una práctica para adultos dentro de un reducido espacio practicantes con edades que van de 13 a 70 años, pesos desde 45 a 130 kg y desde novicios hasta practicantes avanzados de ambos sexos.

Estas restricciones cuyas causas se interrelacionan entre sí impactan principalmente en aquellos practicantes avanzados orientados a la competencia con cierta ambición que no pueden encontrar en un DOJO de barrio el espacio, ni el tiempo y la cantidad de compañeros suficientes como para alcanzar un determinado nivel dentro de un tiempo razonable. Esta franja de practicantes son los que requieren “acumular“ la mayor cantidad posible de RANDORI (lucha libre) con cierto nivel de exigencia, para lo que en un DOJO de barrio no encuentra ni el espacio, ni el tiempo ni los compañeros para hacerlo, dando muchas ventajas frente a, por ejemplo, un practicante en un DOJO universitario de un país desarrollado.

El peor escenario es que se den estas tres limitaciones en forma simultánea, ya que no teniendo algunas de estas tres limitaciones, o contando con al menos una de estas condiciones, facilitaría bastante el trabajo, compensando la falta de las otras dos. Personalmente, si me dieran a elegir con cuál de las condiciones preferiría contar, optaría con la cantidad de practicantes, o sea, preferiría contar con mucha gente en poco espacio y poco tiempo ya que considero que contar con un grupo de importante de practicantes es fundamental para el desarrollo de cada uno de ellos, el resto se debería poder resolver con algo de ingenio y creatividad.

Ahora, cuando tenemos las tres condiciones restrictivas, que es lo más frecuentes en nuestros DOJO, es aquí, donde debería hacer la diferencia el ingenio y la creatividad del INSTRUCTOR, preparando un “entrenamiento inteligente” o un “entrenamiento de calidad”, optimizando el uso de los recursos limitados disponibles, o sea, el espacio, el tiempo y practicantes, de modo que estas condiciones limitaciones resulten siendo un aliado, de modo de poder minimizar las desventajas y también, poder satisfacer los requerimientos de todos los practicantes.

Habría que recordar que, cuando el maestro Jigoro KANO fundó su primer DOJO de JUDO que denominó KODOKAN en un área del Templo Eishoji, en el año 1882, lo hizo en un espacio de 12 panes de TATAMIs con 9 discípulos, lo cual ni fue impedimento para un desarrollo explosivo de la actividad que obligó a cambiar sucesivamente de sede para acompañar responder a la cantidad de practicantes.

Lo que sigue son solo algunas ideas o propuestas, de por sí nada novedosas y carentes de todo fundamento científico, sino que son producto de la intuición y algo de experiencia acumulada en trabajar con limitaciones de quien escribe y basados principalmente en los principios de JITA KYOEI y SEIRYOKU ZENYO.

El nivel heterogéneo de practicantes (presencia de principiantes, practicantes de nivel medio y elite) en un DOJO debería obligar al INSTRUCTOR buscar alternativas, tales como, dividir en grupos a los practicantes y distribuir la carga de tiempo e intensidad de los distintos trabajos, de acuerdo a cada nivel.

Por ejemplo, la práctica de los principiantes debería estar más orientada en la asimilación de los gestos técnicos básicos, por lo que el tiempo asignado al UCHIKOMI debería ser mayor que el resto y con un ritmo menos intenso en comparación a los más avanzados.

Si se hiciera una sesión uniforme de UCHIKOMI (cantidad y velocidad de las repeticiones) para todos los practicantes de una clase, habrá siempre un grupo de practicantes al que el trabajo no les resultará del todo productivo.

Algo similar podría decirse para casi todos los trabajos que se realizan en una clase, tales como, calentamiento, ejercicios específicos de fuerza, velocidad, resistencia, coordinación, etc., UKEMI y RANDORI, ya que la cantidad y la calidad de los respectivos trabajos debería estar de acorde a cada nivel de los practicantes.

Sin embargo, dado que resultaría prácticamente imposible que en una clase haya varios grupos que estén realizando trabajos diferenciados en forma simultánea, lo que se debería tratar es realizar un trabajo básico en conjunto y otra sesión con trabajo específico para cada grupo, optimizando el uso del espacio.

La limitación en la superficie disponible del TATAMI es lo que limita principalmente la cantidad de trabajos con UKEMI, principalmente RANDORI, que se pueden realizar simultáneamente. Siempre que se disponga de otros espacios sin TATAMI, se debería optimizar el uso del espacio de TATAMI para los trabajos con UKEMI, principalmente RANDORI, tratando de evitar cualquier tiempo muerto y/o espacio desaprovechado del TATAMI y buscando una alta rotación en su uso y dejando para realizar fuera del TATAMI aquellos trabajos en los que el TATAMI no sea indispensable.

Trabajos funcionales enel tatami.

Especialmente, los practicantes más avanzados deben tratar de hacer RANDORI con compañeros de todos los niveles, incluyendo los principiantes. En los RANDORI con compañeros de menor nivel y los principiantes, para que la práctica resulte productivo para ambas partes (ya que no serviría para ninguna de las partes que el más avanzado luche “a fondo” como lo haría con alguien del mismo nivel o nivel superior), el más avanzado debería crear sus propias dificultades o desafíos, tales como, ceder el agarre y la iniciativa y no hacer fuerza (defenderse solamente con TAI SABAKI), experimentar técnicas y combinaciones nuevas, etc. También, otra alternativa es que el más avanzado haga RANDORI con compañeros de menor nivel en forma continua y sucesiva, en tiempo reducido por cada compañero (por ejemplo, 1 min.), de modo que el compañero de menor nivel, ejerza la máxima presión en ese minuto de RANDORI.

Por otro lado, la práctica de RANDORI en espacio reducido debería ser capitalizada por los practicantes como un recurso para mejorar el TAI SABAKI (especialmente giros) lo cual contribuiría a mejorar el manejo de los límites del área de lucha en las competencias (y evitar penalizaciones) y también, a no dar pasos inútiles (que cada paso que se da esté orientado al ataque) y así acostumbrarse a una actitud de constante ataque. También, el hecho de contar con poco espacio que implique la realización de una reducida cantidad de RANDORI, debería obligar al practicante a una máxima concentración en su turno de RANDORI y al aprovechamiento de los tiempos muertos entre RANDORI y RANDORI para otros trabajos complementarios. Estos tiempos deberían ser aprovechados para realizar un trabajo más personalizado tanto físico como técnico, de modo de aprovechar al máximo el tiempo y reducir al máximo el tiempo muerto.

Cuando la frecuencia semanal de prácticas es baja (por ejemplo, de 2 prácticas semanales), habría que pensar en alguna sesión,

preferentemente grupal, fuera del DOJO, por ejemplo, alguna sesión de running y/o de trabajo de musculación (no necesariamente en un gimnasio con aparatos), para compensar la baja frecuencia de prácticas sobre el TATAMI.

Aquí, el instructor debería saber recomendar los trabajos complementarios, de acuerdo a las características de cada practicante, para mejorar sus puntos flacos y maximizar sus puntos fuertes.

La opción de visitar otros DOJO debería estar consensuada con el instructor quien, a su vez, debería acordar la visita con el instructor del DOJO a visitar y obligar a los practicantes el cumplimiento estricto del código de conducta, con el fin de, principalmente, mantener la buena imagen del DOJO.

Como se sabe, Japón es líder mundial en la mejora de la calidad y la productividad, principalmente en las empresas industriales, haciendo de éstas, organizaciones altamente eficientes. Uno de los motivos que ha obligado a las empresas japonesas a alcanzar un alto nivel de eficiencia y eficacia fue la carencia o escasez de recursos como materia prima y energía que deben ser importados para que en Japón se le agregara el máximo valor con el menor desperdicio, desarrollando y aplicando métodos como las 5S y el KAIZEN (para mencionar los más representativos) cuya clave del éxito se encuentra en el hecho de que estos métodos tienen afinidad con la “idiosincrasia japonesa” al que se reconoce cierta influencia del Código de los Samurai o BUSHIDO.

Es muy probable que en las prácticas de artes marciales japoneses (BUDO) estemos aplicando algunos métodos muy cercanos a las herramientas aplicadas para mejorar la productividad en las empresas.

Por ello, sería interesante reflexionar en cómo mejorar la práctica diaria en nuestro DOJO, estudiando algunos principios de estas herramientas aplicadas en las empresas y así, encontrar soluciones novedosas e innovadoras que se puedan mantenerse y perfeccionarse en el tiempo, como resultado de un constante trabajo en equipo.

Juan Carlos Yamamoto sensei

6to Dan

*actual Director en el

Judo COA y en Judo AJA.

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